viernes, julio 11, 2008

Guardián del Monasterio

Este poema lo escribí en Junio del 98. Estaba enamorado de la imagen de una mujer, cuya silueta se desvanecía irremediablemente en aquel entonces y yo, no lo percibía.

He descubierto tu piel, sobre la arena.
Mis manos las formas eternas de tu ser,
descubro territorios ocultos bañados en luz de luna,
la quietud de la noche, la verdad de mi sed.

La única flor en estas dunas,
delicado fragmento de tu cielo,
dejó su fragancia en mi boca,
como suspiro de ensueños.

Dulce mujer, inagotable manantial profundo,
me das de beber hoy la luz del amanecer,
no me niegues tus senderos, tus llanuras y montañas,
que si no se recorren, se vuelven a perder.

Moriré si te marchas, en la ribera de tus senos,
si me amas viviré, guardián del monasterio.

Yo, que en el silencio de mis tormentas te ama.